DE AQUÍ Y DE ALLÁ
MIGRACIÓN Y DESARROLLO LOCAL

Eduardo Meza Ramos
Lourdes C Pacheco Ladrón de Guevara

LA MIGRACIÓN INTERNACIONAL FEMENINA

Fabiola González Román

El movimiento o traslado de poblaciones de un sitio a otro, ya sea con fi nes laborales o de residencia, ha implicado decisiones familiares. Sin embargo, hasta fi nales de la década de los setenta, la migración se caracterizaba por ser individual y masculina, por el perfi l típico del hombre trabajador y proveedor de la familia. En la década de los años ochenta la migración tendió a acentuar los rasgos de una migración familiar, donde la migración femenina era atribuida a motivos de reunifi cación familiar. Durante la década de los noventa las mujeres comenzaron a desplazarse por cuenta propia a otros países, principalmente por búsqueda de empleo. Sin embargo han sido invisibilizadas dentro de este fenómeno migratorio, pues tradicionalmente se les ha considerado como «acompañantes» de los jefes de familia, ya sean esposos, padres o hermanos.

Esta invisibilización se debe a que se desconocían herramientas teóricas para su comprensión dentro de este proceso. En las dos últimas décadas la inclusión del enfoque de género en los análisis migratorios ha permitido situar a las mujeres como agentes autónomas que se desplazan * Profesora-Investigadora de la Dirección de Fortalecimiento a la Investigación de la Universidad Autónoma de Nayarit, fabiolg@nayar.uan.mx local por decisión propia, impulsadas por la obtención de trabajo asalariado y mejores condiciones de vida. En el presente trabajo se pretende refl exionar sobre la situación de las mujeres en el proceso de migración internacional y la inclusión de la perspectiva de género como categoría de análisis que posibilita dimensionar los efectos de la migración en los espacios, tiempos y ocupaciones de las mujeres, así como en su posición de género.

Las mujeres migrantes en el mundo Según distintas investigaciones se calcula que a nivel mundial la población migrante es de entre 190 y 192 millones de personas; ello representa alrededor del 3% de la población mundial. Entre los países que albergan mayor número de migrantes internacionales, están Estados Unidos con 35 millones, Rusia con 13, Alemania con 7.3, Ucrania con 6.9, Francia con 6.3, India con 6.3, Canadá con 5.8, Arabia Saudita y Australia con 4.7, Pakistán y Reino Unido con 4.2 y 4.0 millones respectivamente (Velazco, 2007).

En el año 2000 se estimaba que había 176 millones de migrantes en el mundo, para 2005 la cifra creció 15 millones más, ascendió a 191 millones de migrantes. De esta población, la mitad, el 49.6%, son mujeres. En América Latina este porcentaje asciende a 54% (Organización Internacional para los Migrantes (OIM), 2005; Instituto Internacional de Investigación y Capacitación de Naciones Unidas para la Promoción de la Mujer, 2005).

En los Estados Unidos estas cifras señalan que la población femenina se incorpora cada vez en mayor medida al proceso migratorio, se considera que por cada 116 hombres migrantes hay 100 mujeres. Hay que señalar que esto puede deberse a las políticas de reunifi cación familiar derivadas de la aplicación de la Ley de Reforma y Control de la Inmigración (IRCA) (OIM, 2005, citado en Velasco, 2007). En 2006, la población mexicana en Estados unidos asciende a 11.54 millones de personas y se concentra principalmente en California (38%) y Texas (20%) (Diario Reforma, 15 de septiembre de 2007).

Determinantes de la migración

Entre algunos factores que infl uyen en la migración sobresalen:

· La concentración de las actividades económicas, educativas, administrativas y políticas junto con el estancamiento de las áreas de agricultura de subsistencia y la presión demográfi ca sobre la tierra, entre otros.

· Las migraciones han continuado, principalmente como resultado del desempleo y el subempleo (Ruiz, 1997).

· La principal causa de la migración de las mujeres es la economía en el seno familiar y la falta de empleo, mientras que en los hombres son aspectos laborales y de educación.

· Hay que tomar en cuenta que aunque la migración femenina es una decisión personal atribuible a factores de tipo familiar (reunión familiar) y laboral, la exclusión y la violencia son otros elementos que contribuyen a que las mujeres emigren, aunque no son un factor determinante.

Condiciones de la migración

La situación de vulnerabilidad que padecen las mujeres se ve recrudecida durante la migración. Las historias de maltrato, discriminación y violencia aumentan. Se dice que algunas de las mujeres mexicanas que emigran a Estados Unidos son víctimas de violación o bien la cuota de pago obligada para poder pasar al vecino país del norte son los servicios sexuales.

Las mujeres se exponen a ser extorsionadas, al abuso sexual, a ser abandonadas en algunos puntos de ingreso a Estados Unidos, sobre todo en el desierto, en muchas ocasiones se violan sus derechos humanos y se hace abuso de poder por parte de las autoridades fronterizas. En caso de tener hijos, las mujeres enfrentan desajustes emocionales cuando deben optar por llevarse a sus hijos o dejarlos en la orfandad o bajo el cuidado de madres, abuelas u otros parientes.

Condición laboral

La calidad laboral de las mujeres migrantes es variada y va de temporal a permanente. Su salario es en promedio de 1,000 dólares por la 36 De aquí, de allá. Migración y desarrollo local realización de actividades por las que a los varones se les paga 1200. Esto constituye una violación a los derechos laborales ya que están siendo discriminadas por su género al pagárseles salarios inferiores a los de los varones. A ello se le debe agregar que las mujeres realizan una doble o triple jornada de trabajo: participan en el trabajo productivo (asalariado), en el reproductivo (labores domésticas y de reproducción) y en trabajos comunitarios.

Si a lo anterior se agrega que la mayoría de las mujeres están sujetas al control de su pareja y si su condición de migración es ilegal, la situación de las mujeres se recrudece. Datos de CONAPO destacan que el 24% de las empleadas mexicanas que trabajan como domésticas en Estados Unidos son indocumentadas. Esto se debe a que la contratación legal de migrantes sigue centrándose en ocupaciones consideradas «masculinas », tales como la construcción o la agricultura. Para las mujeres se reservan ocupaciones como las domésticas o de servicios, son cuidadoras de enfermos, ancianos o personas con discapacidad; sin dejar de mencionar la industria sexual (prostitución) y la migración organizada con propósitos de matrimonio, actividades que se convierten en una prolongación y fortalecimiento de los estereotipos femeninos que se les asigna tradicionalmente.

En comparación con los migrantes hombres, las mujeres trabajadoras migrantes son más vulnerables a la discriminación, la explotación, los abusos y la violencia no sólo por su condición de extranjeras sino por su condición de género. Se prefi ere contratar a trabajadoras migrantes no documentadas porque son una fuerza laboral más barata y fl exible y porque están dispuestas a aceptar condiciones de trabajo y empleo más precarios que los hombres. La fl exiblización de las reglamentaciones de los mercados laborales han propiciado que los empleadores prefi eran contratar a trabajadores ilegales y de preferencia a mujeres.

Para las mujeres indígenas esta situación se recrudece pues arrastran otra problemática asociada a su condición étnica: generalmente, tienen menores niveles de escolaridad que las mestizas, son monolingües o hablan un castellano básico, viven en sistemas familiares numerosos y en algunos se permite la poligamia (como sucede entre indígenas de Veracruz y Nayarit), lo cual, algunas veces, constituye un elemento más de exclusión (entre ellas mismas y frente a las demás mujeres). Rige el mismo sistema patriarcal que entre las mestizas, pero además, en la cosmogonía indígena se toma en cuenta la autoridad de los varones adultos y de los viejos, que son quienes deciden el destino de las mujeres. En las comunidades indígenas (sobre todo las del sur del país) aún es común dar a las mujeres en compromiso a edades muy tempranas (en cuanto empiezan a menstruar) o intercambiarlas por otros objetos de valor.

A pesar de esta situación, para muchas, la migración se convierte en una experiencia de cambio positiva ya que al trabajar y obtener un salario pueden participar en la manutención familiar y en la toma de decisiones importantes dentro del seno familiar, lo cual les confi ere un papel que no tenían estando en sus comunidades. Aunque el 56 por ciento de las mujeres trabajadoras radicadas en Estados Unidos son solteras y que el 60 por ciento no son jefas de hogar, el 42 por ciento manda dinero a sus familiares; sus envíos representan el 20 por ciento de las remesas totales de los connacionales. En 2006, México recibió más de 24 mil millones de dólares por concepto de remesas (Grünewald, 2007).

Los aportes del análisis de género A pesar de que cada día es mayor el número de mujeres que deciden migrar, la migración femenina internacional en general presenta carencias en su análisis derivado, por un lado, por la insufi ciencia en la información tal como la diferenciación de los tipos de migrantes: mestizos, indígenas, documentados, indocumentados, mujeres, hombres, niñas y niños. Por otro lado, se carece de herramientas teóricas que permitan la plena comprensión de la participación femenina en la migración. En este punto, son relevantes los aportes de investigaciones que han introducido la perspectiva de género en este análisis. En un primer momento el uso del género era usado sólo como variable, pero usarlo como eje analítico permitió distinguir no sólo la magnitud de la migración, sino también las situaciones y condiciones a que se enfrentan las mujeres en el proceso migratorio.

La incorporación de la perspectiva de género como eje transversal en los estudios de migración posibilita también dimensionar el impacto de la migración en las relaciones familiares, la recomposición de las actividades reproductivas y productivas al interior de las familias que se rehacen en otro país y la recomposición de las actividades de género en los hogares de las familias que se quedan; por ejemplo, muchas mujeres han asumido la posición del esposo o del padre ausente, sustituyéndolos en el trabajo y en las responsabilidades familiares y comunitarias. Así pues, se visibiliza que la migración femenina tiene implicaciones en la estabilidad de las familias, en las comunidades de origen y en las nuevas conformaciones en el contexto migratorio.

Conclusiones

Como se expuso párrafos arriba, la condición de las personas migrantes se caracteriza por la vulnerabilidad emanada del vínculo de su condición de ilegalidad y de género. Ello hace menos probable que las mujeres, comparadas con la mayoría de los demás tipos de trabajadores, puedan reclamar sus derechos. La mayoría de las mujeres migrantes que padecen o han padecido abusos, violencia, discriminación y exclusión prefi eren callar sus voces, pues saben que pueden fácilmente ser despojadas del trabajo que les permite sostenerse y contribuir con la reproducción de sus familias y de sus parientes que se quedan en la comunidad.

Es imperante que tanto los gobiernos de los países de origen y destino tomen las medidas pertinentes para abatir esta situación, pues debe considerarse el aporte que hacen al sistema económico al realizar trabajos mal pagados, exhaustivos y con pocas o nulas prestaciones.

Cabe recordar que existen tratados internacionales que obligan a los países a instaurar políticas públicas a favor de las mujeres y que estipulan la incorporación de la dimensión de género en el marco de los derechos humanos (El Cairo, Beijín, Belem do Pará). Además, desde 1948, se estipuló que el respeto a los derechos humanos es un derecho inalienable y universal; aún así, el tema de los derechos humanos de las personas migrantes sigue siendo un debate en la agenda internacional cuando, al ser universales, no deberían depender de la condición migratoria.

Bibliografía

Diario Reforma (2007). «California con más población mexicana le gana a 27 estados de México» en diario Reforma, 15 de septiembre de 2007, México, DF.

Ramírez Machado, José María (2000) Trabajo doméstico, condiciones laborales y empleo: una perspectiva legal, Servicio de Condiciones Laborales, OIT.

Ruiz Vargas, Benedicto (1997) «La pobreza desde la perspectiva de los estudios de migración» en El Bordo. Retos de Frontera, Vol. 1, Universidad Iberoamericana, disponible en http://www.tij.uia.mx/elbordo/vol01/contenido.html

Velasco Ramírez, Hypatia (2007) «No negocia México ningún acuerdo migratorio con EU» en CIMAC, 3 de mayo 07, México, DF disponible en http://www.cimacnoticias. com/site/07050312-No-negocia-Mexico-n.17480.0.html consultado el 24 de septiembre de 2007.

Grünewald Condori, Verónica (2007) «Mujer, Migrante, Latina: la busca del nuevo hogar» 23 de julio, disponible en http://www.adital.org.br

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